Reservas de energía

Las fuentes de energía que nuestro cuerpo utiliza para producir ATP, el combustible esencial para el funcionamiento celular, están estrechamente relacionadas con el proceso metabólico que mencionó anteriormente. Imagina que nuestro cuerpo es una fábrica que necesita materia prima para producir energía, y los sustratos que utilizan son los carbohidratos (CHO), las grasas y las proteínas.

En esta “fábrica metabólica”, los CHO y las grasas desempeñan roles clave como suministradores de energía. Si bien las proteínas también pueden ser convertidas en energía, su función principal radica en la estructura y la regulación del cuerpo. Por lo tanto, los protagonistas aquí son las grasas y los carbohidratos, que son como los insumos vitales que se suministran a las máquinas de la fábrica.

Siguiendo nuestra analogía, los triglicéridos almacenados en el tejido adiposo son como las reservas de combustible de esta fábrica. Estos triglicéridos son descompuestos en glicerol y ácidos grasos libres (AGL) a través de un proceso llamado lipólisis. Dado que los AGL son hidrofóbicos, es decir, repelen el agua, necesitan un medio de transporte en la sangre para llegar a donde se necesita la energía, como el músculo esquelético.

Imagina que la fábrica tiene una sección de almacenamiento en la que guarda las grasas en forma de triglicéridos intramusculares (TGIM). Estos también se convierten en ácidos grasos libres y, al igual que en el proceso de las grasas provenientes del tejido adiposo, se utilizan como combustible para producir ATP. Sin embargo, las grasas, aunque son una fuente rica de energía, se convierten en ATP a una velocidad más lenta que los carbohidratos.

La otra fuente esencial, los carbohidratos, se almacenan en el cuerpo como glucógeno. Imagina que este glucógeno es como el suministro de materiales en la fábrica, y hay dos almacenes principales: el hígado y el músculo esquelético. Estos almacenes son como las bodegas de la fábrica, y el glucógeno es la materia prima que se utiliza para mantener la producción en funcionamiento.

Sin embargo, la cantidad de glucógeno disponible depende de la masa muscular activa durante el ejercicio. El glucógeno almacenado en el músculo solo puede ser utilizado por el músculo en el que se encuentra. Además, el hígado también almacena glucógeno, que puede ser convertido en glucosa y liberado en la sangre para alimentar otros tejidos, incluyendo los músculos.

Esta “fábrica metabólica” puede llegar a experimentar escasez si el ejercicio es intenso y prolongado. Cuando se necesita una gran cantidad de energía rápidamente, como en el caso de Ana durante su carrera de running, el glucógeno y los AGL se convierten en fuentes cruciales de ATP. Si estas reservas se agotan, puede aparecer la fatiga, ya que la “fábrica metabólica” no tiene suficiente materia prima para mantener la producción de energía a ese ritmo intenso.

En síntesis, la relación entre los sustratos energéticos y el metabolismo es como la colaboración entre los insumos en una fábrica y el proceso de producción. Los CHO y las grasas son como los suministros clave que alimentan la maquinaria celular para producir ATP. Así como en una fábrica, si no hay suficientes materiales, la producción se ralentiza o incluso se detiene, y en el caso del metabolismo, esto puede resultar en fatiga y agotamiento.

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