Lección 10 – Evaluación de la condición física

Conceptualización

Cuando un entrenador personal ofrece realmente una programación individualizada, el proceso comienza con una evaluación cuidadosa de todas las circunstancias del cliente: edad, salud, experiencias con el ejercicio en el pasado, estado actual de entrenamiento, actitud hacia el ejercicio, intereses personales y objetivos. Cuando haya obtenido estas informaciones, el entrenador personal debe considerar la idoneidad de distintas pruebas, válidas y fiables, que le aportarán datos de referencia significativos a partir de los cuales podrá elaborar un programa. Además, a la hora de seleccionar la prueba o las pruebas con que recopilar estos datos, el entrenador personal también debe tener en cuenta sus propias capacidades, los factores ambientales y la disponibilidad e idoneidad del equipo. Se debe desarrollar un sistema de registro y almacenamiento de datos que facilite la comunicación con el cliente tras las pruebas de la evaluación inicial y las posteriores evaluaciones de seguimiento. La totalidad del proceso es en parte un arte y en parte una ciencia. Es necesaria una buena dosis de energía y de iniciativa por parte del entrenador personal para buscar continuamente protocolos de evaluación aplicables a los clientes, y entrenarse y practicar para poder administrarlos e interpretarlos correctamente. El entrenador personal que así lo haga, no solo aumentará sus conocimientos, sus capacidades y la confianza en sí mismo, sino que conseguirá que de ese esfuerzo se beneficien tanto los clientes como él mismo.

Al finalizar este capítulo, el lector podrá:
■ Explicar los propósitos de la evaluación física de un cliente.
■ Evaluar la validez y la fiabilidad de una prueba.
■ Aplicar los criterios de la estratificación del riesgo a cada cliente para determinar su idoneidad para una prueba específica.
■ Seleccionar las pruebas adecuadas para cada cliente

Al finalizar la consulta y una vez realizada la evaluación de la salud del cliente, el entrenador personal necesita recopilar más información sobre su condición física y sus capacidades antes de elaborar un programa. No existen pruebas de «talla única», que vayan bien a todos los clientes y a todas las circunstancias. Seleccionar las evaluaciones físicas adecuadas requiere un estudio detenido de los historiales de salud y actividad física del cliente y de sus objetivos personales, así como de la experiencia y formación que el propio entrenador personal tenga en lo que respecta a la realización de las distintas evaluaciones. Elegir pruebas válidas y fiables para cada cliente y llevarlas a cabo con precisión requiere práctica por parte del entrenador personal. La disponibilidad e idoneidad del equipo y de las instalaciones, los factores ambientales y la preparación de la preevaluación del cliente influyen en la selección y en la puesta en práctica de las pruebas. Una vez que se hayan determinado los protocolos de la evaluación, el entrenador personal debe llevarlos a cabo con precisión, registrar y manejar los datos e interpretar los resultados. La comunicación de estos resultados al cliente en el marco de un programa individualizado en el que se hayan incluido sus objetivos e intereses es lo que hace que un entrenador personal sea precisamente eso, «personal». La puesta en práctica del programa exige la evaluación formativa y sumativa de este, la reevaluación del nivel de condición física del cliente y de sus objetivos, y la realización de subsiguientes ajustes en el programa, en un proceso continuo y cíclico.

Propósitos de la evaluación

Los propósitos de la evaluación son recopilar datos de referencia y establecer una base sobre la cual desarrollar objetivos y programas de ejercicio que resulten eficaces. La recopilación y la evaluación de la información obtenida ofrecen al entrenador personal una perspectiva más amplia sobre el cliente. El proceso y los datos recopilados le ayudan a identificar posibles zonas de lesión y a establecer puntos de partida razonables para determinar la intensidad y el volumen de ejercicio que se adecuarán a los objetivos y a la condición física del cliente.

■ Recopilación de datos de referencia
Existen muchas razones válidas para llevar a cabo evaluaciones a los clientes y recopilar datos:
■ Proporcionan una referencia para futuras comparaciones de las mejoras y del ritmo de progresión.
■ Permiten identificar puntos fuertes y débiles que podrían afectar a la importancia de determinados componentes del programa.
■ Ayudan a establecer la intensidad y el volumen apropiados para cada ejercicio.
■ Ayudan a clarificar los objetivos a corto, medio y largo plazo.
■ Identifican posibles zonas de lesión o contraindicaciones antes de iniciar el programa, lo que puede significar la derivación del cliente a un médico u otro profesional de la salud.
■ Proporcionan un registro que demostrará, en caso de que un cliente sufra alguna lesión una vez iniciado el programa, que las decisiones tomadas por el entrenador personal a la hora de diseñar el programa para dicho cliente fueron prudentes y dentro de su ámbito de actuación (22, 37).
La evaluación de la condición física puede formar parte de los servicios que un club deportivo
ofrece habitualmente a todos sus clientes, puede constituir una fuente de ingresos adicional para el entrenador personal o puede ser ambas cosas. A pesar de ello, someter a un cliente a un bombardeo aparentemente interminable de evaluaciones que tienen poca o ninguna relevancia respecto a sus objetivos supone una traición a la confianza que este deposita en el entrenador personal cuando le proporciona la información necesaria para el diseño del programa de entrenamiento.

■ Desarrollo del programa y de los objetivos
El entrenador personal puede utilizar la información de la evaluación física del cliente, junto con información personal que haya recopilado sobre él, para planificar un programa específico que ayude al cliente a alcanzar sus objetivos y que sea eficaz en términos de tiempo. Conocer las características personales y el estilo de vida del cliente ayuda al entrenador personal a planificar sesiones que sean razonables en cuanto a duración, frecuencia, intensidad y complejidad, de modo que haya más probabilidades de que el cliente cumpla el programa. Que el entrenador y el cliente desarrollen conjuntamente los objetivos es crucial para el diseño del programa y para la motivación del cliente. Remitimos al lector al capítulo 8, donde aparecen más detalles sobre la motivación de los clientes.
La elección de pruebas concretas que sean congruentes con los objetivos del cliente o con su modalidad de ejercicio preferida, siempre que tal cosa sea posible y apropiada, puede proporcionar a este una imagen más clara de su progresión y resultar más motivador. En el caso de clientes muy entrenados, la elección de aquel ergómetro que más se aproxime a la modalidad de ejercicio que practican (cinta de correr, cicloergómetro, canal de flujo hidrodinámico, etc.) permite una evaluación más precisa de su rendimiento (6, 18, 56). En el caso de clientes con una condición física media o

baja el tipo de prueba no es un factor determinante en la evaluación de la función aeróbica, pero la prueba realizada en la cinta de correr es la que suele dar lugar a las puntuaciones más altas de O2 máx (34, 35). Aquellos clientes que nunca o rara vez hayan montado en bicicleta pueden experimentar fatiga muscular local si llevan a cabo una prueba en cicloergómetro y alcanzar, a consecuencia de ello, un valor del O2 máx estimado inferior al que obtendrían si realizasen la prueba en la cinta de correr (20, 34). Además, si los clientes son evaluados mediante una prueba en cicloergómetro, pero en su programa no van a hacer uso de la bicicleta, podría ser que luego, durante el período de entrenamiento, pasasen por alto algunos indicadores de la mejora de su rendimiento.
En los programas en que se camina es fácil cronometrar lo que se tarda en recorrer la distancia estipulada. El cliente sabrá de inmediato que está haciendo progresos cuando pueda cubrir dicha distancia con más rapidez o facilidad y con una menor frecuencia cardíaca o un menor índice de esfuerzo percibido (IEP). En este ejemplo, la prueba seleccionada podría parecerse al tipo de actividad que al cliente le gusta practicar. No obstante, en el caso de clientes con sobrepeso o con problemas en las articulaciones del tren inferior (lo cual hace que las actividades en que se soporta el peso corporal sean dolorosas), las ventajas que supone realizar una prueba en cicloergómetro, en la que no se soporta el propio peso, pueden anteponerse al hecho de que en este tipo de prueba se obtengan valores ligeramente inferiores en el O2 máx. Además, como las pruebas que se realizan en cicloergómetro proporcionan resultados con independencia del peso corporal, son indicadores más precisos de la progresión de una persona que lleva a cabo un programa de pérdida de peso que las pruebas realizadas en cinta, cuyos resultados están directamente relacionados con el peso corporal del individuo (31, 56). La evaluación de aquellos componentes de la condición física del cliente relacionados con su salud, con sus capacidades o con ambas cosas, proporciona al entrenador personal y al cliente una información que supondrá el punto de partida para desarrollar unos objetivos que sean seguros y eficaces y que supongan un reto adecuado.

Elección de las evaluaciones apropiadas

Uno de los principales deberes del entrenador personal es hacer que mejore el bienestar físico de los clientes sin causarles ningún daño. No existe ninguna batería de pruebas estandarizada, excepto la evaluación de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, que un entrenador personal pueda administrar a todos los clientes por igual antes de diseñar el programa de entrenamiento adecuado. El primer paso que un entrenador personal debe dar a la hora de individualizar el enfoque ante cada cliente es determinar qué pruebas concretas le administrará para medir distintos parámetros de su condición física relacionados con su salud y con sus capacidades. Estas decisiones se toman atendiendo a la salud aparente del cliente y a su nivel de riesgo de enfermedad cardiovascular, así como a los resultados que el cliente desea conseguir con el programa. Para que el entrenador personal lleve a cabo evaluaciones que resulten significativas, las pruebas que elija deben ser las adecuadas. Dada la gran variedad de pruebas existentes, el entrenador personal debe saber qué evaluaciones proporcionan la mejor información en cada caso concreto y, si no lo sabe, lo correcto sería formarse al respecto. La evaluación es el acto de medir un componente concreto utilizando una prueba bien diseñada, válida y fiable para, a continuación,

evaluar e interpretar los resultados (34). Si la evaluación se hace según los objetivos del cliente, los resultados serán más significativos para este. Una evaluación puede ser formal, es decir, que sigue los protocolos específicos de las pruebas utilizadas, o informal, es decir, que se realiza observando cómo el cliente ejecuta determinadas actividades y ejercicios.

■ Evaluación formativa y sumativa
Las evaluaciones pueden plantearse de dos maneras: como evaluaciones formativas o como evaluaciones sumativas. Las evaluaciones formativas consisten en un estudio formal que cuenta con un protocolo de pruebas establecido, junto con observaciones subjetivas que el entrenador personal hace durante cada interacción con el cliente. Las evaluaciones formativas se llevan a cabo antes de que se inicie el programa y luego, durante el período de entrenamiento, de forma periódica. Este tipo de evaluaciones ofrecen al entrenador personal la oportunidad de formular o planificar un programa, proporcionar información al cliente y responder a sus preguntas, y modificar el programa mientras aún está en curso.
Aunque este capítulo trata sobre la selección de instrumentos de evaluación específicos, es importante tener presente que todo aquello que el entrenador personal observe de un cliente le proporcionará datos importantes que debe tener en cuenta a la hora de diseñar, poner en práctica o modificar el programa de dicho cliente. En estas observaciones subjetivas, que varían según el evaluador, el entrenador podría fijarse, por ejemplo, en la postura del cliente, su forma de caminar, la técnica con que ejecuta el ejercicio, su respuesta al ejercicio cardiovascular, sus niveles diarios de energía en cada sesión y sus sugerencias o comentarios (también el lenguaje corporal) en relación con determinados ejercicios. Estas observaciones proporcionan al entrenador personal la oportunidad tanto de educar y motivar al cliente al momento, como de modificar las actividades planificadas. Los datos obtenidos a partir de los protocolos de las determinadas pruebas proporcionan evidencias objetivas que el entrenador puede comparar con los valores estándar pertinentes para interpretar los resultados del cliente.
Las evaluaciones sumativas son evaluaciones finales que se hacen cuando un cliente completa un período de entrenamiento especificado. Representan la suma total de lo que se ha conseguido en un período determinado. Para obtener la evaluación final de un programa de ejercicio pueden o, mejor dicho, deberían utilizarse las mismas pruebas que se utilizaron al inicio y a la mitad del programa, aunque la forma en que se usen los resultados será diferente. Por ejemplo, si el objetivo de un cliente es ganar flexibilidad en una determinada articulación, la evaluación formativa incluiría una medición inicial de la amplitud de movimiento de la articulación y un objetivo realista de mejora de la flexibilidad de dicha articulación. El programa podría incluir varias técnicas de estiramiento para esa articulación y repeticiones periódicas de la prueba de medición para que el cliente viera sus progresos hacia la consecución del objetivo. Al final del período especificado se repetiría la misma prueba en las mismas condiciones, y el cliente y el entrenador personal podrían determinar si en ese tiempo se han alcanzado los objetivos deseados: esta evaluación, sumativa, es un sumario de lo conseguido durante el período de entrenamiento especificado.

■ Terminología de la evaluación

Antes de seleccionar las pruebas y hacer uso de ellas, el entrenador personal debe conocer bien la

terminología específica relativa a las pruebas, las mediciones y la evaluación, así como, hasta cierto punto, la del proceso mediante el cual se desarrollan las pruebas. El propósito de este capítulo no es enumerar o explicar todos los instrumentos de evaluación con los que el entrenador personal cuenta para evaluar cada uno de los componentes de la condición física relacionados con la salud y las capacidades o para evaluar a cada tipo de cliente (sedentario, deportista, sano o con problemas médicos). A medida que se van publicando nuevos estudios y aparecen nuevos tipos de pruebas, el entrenador personal debería evaluar esta nueva información y decidir si tiene cabida en la batería de pruebas que suele administrar a sus clientes. Una prueba puede ser excelente en lo que se refiere a la validez y a la fiabilidad, pero puede no ser apropiada para un cliente en particular (por ejemplo, una prueba de esfuerzo casi máximo en carrera no sería apropiada para un adulto no entrenado) (25, 40). Además, aunque algunas pruebas podrían resultar excelentes para medir un componente o una característica en concreto, quizá requieren un equipo, unas instalaciones o unos conocimientos especializados que el entrenador personal no tiene (por ejemplo, la pesada hidrostática). Y al contrario, el hecho de disponer de un determinado aparato o de una batería de pruebas por ordenador, no implica que estos sean apropiados para todos los clientes. Por ejemplo, si un cliente es visiblemente obeso, podría no ser necesario, o acertado, evaluar su composición corporal mediante el método de los pliegues cutáneos, mientras que sí sería adecuado utilizar únicamente el índice de masa corporal hasta que se produzca una pérdida de peso. El entrenador personal debe revisar la información que va apareciendo y seleccionar pruebas apropiadas para cada cliente, teniendo en cuenta también que algunos clientes estarán más interesados en su progresión personal que en las múltiples evaluaciones formales. El objetivo del entrenador personal a la hora de seleccionar pruebas para la evaluación del cliente es reducir los posibles errores y aumentar la precisión. Para tratar de mejorar la precisión de una prueba deben tenerse en cuenta varias cuestiones:
■ ¿Hasta qué punto la evaluación es fiable y objetiva?
■ ¿Se trata de una evaluación válida?
■ ¿Se ha calibrado el equipo y se han obtenido resultados precisos?
■ ¿Algo ha influido física o emocionalmente en el sujeto, antes o durante la prueba, que haya podido afectar a los resultados?
■ ¿Se ha seguido con cuidado el protocolo de la prueba y se han registrados los datos con precisión?
Si estos factores reciben la atención adecuada, el entrenador personal puede interpretar los datos
con seguridad y precisión, así como aplicar los resultados.

Fiabilidad y objetividad
La fiabilidad mide la repetibilidad o la regularidad de una prueba o de una observación (34). Para determinar si una medición es fiable, una misma característica debe volver a medirse en las mismas condiciones y sin que se haya llevado a cabo ninguna intervención (acondicionamiento físico o dieta, por ejemplo) entre ambas mediciones: si los resultados de la prueba son los mismos de un ensayo al otro, la prueba es fiable. Un método habitual para determinar la fiabilidad de una prueba es el método test-retest, en el cual una prueba se repite con el mismo individuo o el mismo grupo

pasados entre uno y tres días o, en algunos casos, si la prueba es especialmente dura, hasta una semana después (50). Para que una prueba sea fiable, la persona que la lleva a cabo debe ser constante y sistemática a la hora de administrarla: a esto se le llama fiabilidad intraobservador (de un mismo evaluador). Podría darse el caso, sin embargo, que un entrenador personal fuese constante a la hora de administrar las pruebas, pero no preciso. Es por ello que deberían compararse resultados de un mismo cliente obtenidos por distintos entrenadores personales (sin que se lleve a cabo ninguna intervención entre pruebas) para determinar la objetividad de la prueba o la fiabilidad interobservadores (entre los distintos evaluadores) (5, 34, 50). Cuando dos o más entrenadores personales obtienen de forma sistemática los mismos resultados respecto a un cliente, la prueba se considera objetiva (y no subjetiva). Como no es práctico administrar a un cliente la misma prueba varias veces al día o a la semana, el entrenador personal debe buscar pruebas que en su momento, cuando fueron creadas, ya demostraron tener una buena fiabilidad. A pesar de ello, el hecho de que una prueba tuviera una buena fiabilidad en el momento de su creación no tiene ninguna importancia si luego el entrenador personal no pasa cierto tiempo practicando cómo administrarla de forma estricta y estandarizada (13). Más adelante se comentan los factores que afectan a la fiabilidad de las pruebas, pero podemos decir que entre los factores relacionados con el entrenador personal encontramos sus conocimientos y capacidades, la seguridad en sí mismo, su concentración a la hora de llevar a cabo las pruebas, la familiaridad que tenga con los instrumentos de evaluación y su motivación (6).

Validez
La validez indica que una prueba mide lo que se supone que debe medir (50). En otras palabras, indica si los resultados de la prueba son «veraces» (34) y si el instrumento de evaluación realmente evalúa lo que pretende evaluar. Por ejemplo, al seleccionar una prueba para determinar la capacidad aeróbica de un cliente, se debe elegir una prueba que dure lo bastante y tenga la intensidad suficiente para hacer que el sistema aeróbico sea el sistema principal de provisión de energía. Por lo tanto, el esprín de 50 m sería una prueba con la que no obtendríamos una medición válida o veraz de la capacidad aeró bica ( O2 máx). Para que una prueba sea válida, también debe ser pertinente (34). La pertinencia indica hasta qué punto una prueba se ajusta a los objetivos de la evaluación. En el ejemplo que acabamos de mencionar, una prueba para evaluar la velocidad como es la del esprín no es pertinente a la hora de medir la capacidad aeróbica. La medición del índice de masa corporal (IMC) es un indicador del sobrepeso pertinente en el caso de una población que sea muy sedentaria, pero no es pertinente en un grupo de deportistas con mucha masa muscular y un bajo porcentaje de grasa corporal (23, 26, 41). Que una prueba tiene validez aparente significa, pues, que esa prueba parece evaluar lo que se supone que debe evaluar (21, 50). En este sentido, una prueba de 1RM (1 repetición máxima) es una medición válida de la fuerza muscular, pero no de la flexibilidad muscular. Un término relacionado, la validez de contenido, indica que un experto ha determinado que una prueba abarca todos los ítems o capacidades que debería abarcar (21, 50). Por ejemplo, la evaluación de un jugador profesional de voleibol no solo debería evaluar su capacidad de salto, sino que debería evaluar más aspectos, de modo que la evaluación abarcase todas las capacidades necesarias en dicho deporte.
La validez de constructo es un concepto teórico que indica que una prueba es capaz de diferenciar entre distintas capacidades de ejecución. En otras palabras, si una prueba está

relacionada con las capacidades propias de un determinado deporte, aquellas personas que cuenten con dichas capacidades deberían obtener mejores resultados en la prueba que aquellas que realicen la prueba sin haber adquirido previamente tales capacidades (21, 34, 50).
La validez de criterio permite a los entrenadores personales administrar aquellas pruebas que se realizan sobre el terreno o en el centro deportivo, en lugar de pruebas que solo pueden llevarse a cabo en un laboratorio o con un equipo costoso, gracias a que los resultados de unas y otras han sido comparados estadísticamente entre sí (34). Por ejemplo, una prueba de esfuerzo máximo solo debería llevarse a cabo en un entorno muy controlado y con personal y equipo médico a mano (40, 42, 51); como en un centro deportivo esto no resulta práctico, los entrenadores personales pueden seleccionar una prueba submáxima de resistencia cardiovascular (como una prueba de escalones, una prueba en cinta de correr o una prueba en cicloergómetro) que haya sido relacionada estadísticamente, atendiendo a ciertos supuestos, con las pruebas de esfuerzo máximo. Estos supuestos son que cuanto más en forma esté un individuo, más trabajo debería ser capaz de realizar a una frecuencia cardíaca concreta y más trabajo total debería ser capaz de realizar antes de alcanzar su frecuencia cardíaca máxima (51). Los resultados que se obtienen en las pruebas submáximas no son exactamente los mismos que los que se obtienen en la prueba máxima, ni tampoco coinciden los valores de O2 máx estimados mediante distintos tipos de pruebas submáximas. A pesar de ello, estaremos hablando de una prueba correcta si el margen de error entre las pruebas submáxima y máxima es pequeño y si la prueba es fiable y válida. El párrafo siguiente debería servir para ejemplificar estas cuestiones.
La pesada hidrostática es una estimación o medición indirecta de la grasa corporal que se basa en el supuesto de que el cuerpo está compuesto por masa grasa y masa magra (23, 55). Una autopsia es una medición directa, pero al no poder ser utilizada en individuos vivos no resulta una medida útil. Otros métodos habituales (métodos de campo) para calcular la composición corporal, como la medición de pliegues cutáneos, el análisis de la impedancia bioeléctrica, la interactancia infrarroja o las mediciones antropométricas, son doblemente indirectos (12). Esto significa que estos métodos se relacionan estadísticamente con un método indirecto, la pesada hidrostática, y que el error estándar a la hora de calcular la composición corporal se ha establecido en relación con ese método indirecto, no en relación con el método directo. El error a la hora de calcular la composición corporal mediante una prueba doblemente indirecta puede ser mayor que el que puede producirse mediante una prueba indirecta. Además, cuando se selecciona una prueba concreta para evaluar a un cliente, se debería utilizar la misma prueba para todas las evaluaciones posteriores del mismo componente de la condición física. Una estimación de la grasa corporal mediante la medición de pliegues cutáneos no puede compararse en fiabilidad con, por ejemplo, una estimación realizada mediante impedancia bioeléctrica o interactancia infrarroja (23). (Remitimos al lector al capítulo 11 para profundizar en esta cuestión.)

■ Factores que afectan a la fiabilidad y a la validez

Todas las pruebas contienen un error estándar de medición, que es la diferencia entre la

puntuación de una persona que el entrenador constata (el resultado que ha obtenido) y su puntuación real (una puntuación teóricamente libre de error). Por ejemplo, si se decide evaluar la composición corporal de un cliente utilizando la técnica de los pliegues cutáneos, el entrenador personal nunca conocerá el porcentaje de grasa real de dicho cliente (su puntuación real), sino que solo podrá hacer una estimación de su porcentaje de grasa (la puntuación observada) sabiendo que esta incluye cierto error. Empíricamente hablando, el resultado de toda prueba se compone del valor real y del error. Los resultados de todas las pruebas contienen el valor real del factor que se está midiendo y los errores asociados a la propia prueba. Los factores que causan el error de medición pueden tener varios orígenes: el cliente, el entrenador personal, el equipo utilizado o el ambiente (34).

Factores relacionados con el cliente
En el proceso de identificación y selección de las pruebas adecuadas es importante tener en cuenta aquellos factores que pueden influir en el rendimiento del cliente y que, por consiguiente, tienen un impacto en la validez y la fiabilidad de los resultados de la evaluación. Los factores relacionados con el cliente más importantes, que debemos tener en cuenta a la hora de seleccionar las pruebas, son el estado de salud y la capacidad funcional, la edad, el sexo y el estado previo al entrenamiento.
Estado de salud y capacidad funcional El estado de salud y la capacidad funcional de un cliente dictan qué pruebas son las apropiadas. La información recopilada durante el proceso de evaluación del estado de salud previo a la participación (ver capítulo 9) debería utilizarse para identificar posibles limitaciones físicas. Conocer estas limitaciones proporciona al entrenador un contexto para seleccionar aquellas pruebas que se ajusten de manera razonable a las capacidades de un individuo. Por ejemplo, si un cliente es sedentario, tiene más de 60 años y tiene una capacidad aeróbica funcional de 5 MET (MET = equivalente metabólico, considerado una estimación del consumo de oxígeno de una persona en reposo, 1 MET es igual a un consumo de oxígeno de 3,5
ml • kg−1 • min−1), puede ser poco razonable evaluarlo mediante la prueba conocida como «carrera de 1,5 millas» (de 2,4 km) o mediante la prueba del escalón de la YMCA. Estas dos pruebas podrían requerir un nivel de rendimiento metabólico mayor de 5 MET y, en algunos casos, podrían considerarse pruebas de esfuerzo casi máximo para personas con una mala condición física (2, 25, 51). Además, la fatiga del cliente (y su motivación), tanto si es debida a la práctica reciente de actividad física, a la ingesta de alimentos y líquidos o a los hábitos de sueño, como si es debida al número de pruebas que le están siendo administradas en una sesión y a las exigencias físicas de estas, también influirá en los resultados de las pruebas (6).
Edad La edad y la madurez del cliente pueden influir en su rendimiento en las pruebas. Por ejemplo, la carrera de 1,5 millas (2,4 km) está considerada una prueba de campo estándar para medir la capacidad aeróbica en hombres y mujeres jóvenes aparentemente sanos. Sin embargo, se trata de una prueba que no medirá de forma adecuada la capacidad aeróbica en preadolescentes, principalmente porque su sistema cardiovascular no está del todo desarrollado y porque no poseen la experiencia que se necesita para cubrir esa distancia a un ritmo regular (11). Para los niños existen otras opciones mejores, como la prueba conocida como «carrera de 1 milla» (de 1,6 km), la carrera de 9 min (en que se registra la distancia recorrida) o la prueba PACER (7, 32, 52). Para clientes de más edad (siempre y cuando sean individuos de bajo riesgo) se recomienda una prueba de campo en la que se camine y que por lo tanto sea más segura (39), como la prueba de andar de Rockport

(de 1,6 km).
Sexo Los factores biológicos determinados por el sexo de una persona pueden influir en su rendimiento en una gran variedad de ejercicios y pruebas realizados para evaluar la resistencia muscular de las extremidades superiores, por ejemplo, las flexiones de brazos en barra fija (dominadas), las flexiones de brazos en el suelo (fondos) o el press de banca. Son varias las diferencias entre hombres y mujeres que parecen influir en el rendimiento: las mujeres tienden a tener más grasa corporal y menos músculo, un hombro con menor masa (que soporta por lo tanto menos tejido muscular) y, como resultado de todo ello, una menor ventaja mecánica de los músculos que trabajan en el hombro (14, 53). Por ejemplo, aunque la prueba de dominadas parece proporcionar resultados fiables en los hombres, en las mujeres no siempre logra diferenciar entre la fuerza y la resistencia musculares. Es por ello que, a veces, como método alternativo para evaluar la resistencia muscular a través de la contracción muscular estática en lugar de la contracción dinámica, se utiliza la suspensión con brazos flexionados y se mide el tiempo que pueden mantenerse los codos flexionados en la posición suspendida. Las pruebas que miden la condición física dinámica de los músculos de las extremidades superiores mediante flexiones de brazos en el suelo, en el caso de las mujeres, incluyen ciertas modificaciones para ajustarse a las diferencias en la fuerza del tren superior entre ambos sexos: se utiliza la misma posición estándar que en el caso de los hombres, pero se flexionan las rodillas, las piernas están en contacto con el suelo por debajo de las rodillas y se realiza una flexión plantar de tobillo (29, 51). Por su parte, la prueba de press de banca de la YMCA, con resistencia fija, determina distintas cargas fijas para hombres y mujeres (16 kg en el caso de las mujeres y 36 kg en el de los hombres), lo que ilustra esas diferencias determinadas por el sexo y que son parte, por lo tanto, de los factores relacionados con el cliente que el entrenador personal debe tener en cuenta a la hora de seleccionar las pruebas adecuadas (19). (Se remite al lector al capítulo 11, en el cual se describe el procedimiento completo de estas pruebas.)
Estado previo al entrenamiento El estado del cliente previo al entrenamiento puede afectar a la selección de pruebas cuando se tienen en cuenta las capacidades y el nivel relativo de esfuerzo que requiere su ejecución. A la hora de administrar pruebas a personas no entrenadas y con una mala condición física, incluso cuando el deseo de estas sea alcanzar niveles de rendimiento altos, debería ponerse especial atención en la precaución. Por ejemplo, la carrera de 12 min y la carrera de 1,5 millas (2,4 km) se consideran pruebas de esfuerzo casi máximas, porque exigen al cliente recorrer una distancia tan rápidamente como pueda (2, 25, 38, 51). Un cliente con una mala condición física debería pasar un período de entre 4 y 6 semanas como mínimo de acondicionamiento aeróbico antes de tomar parte en cualquiera de estas pruebas (40). Aquellos clientes no acostumbrados a marcarse un ritmo de carrera por sí mismos podrían rendir mejor en una prueba de carrera después de realizar varios intentos en pruebas en las que se camine, como la prueba de andar de Rockport (de 1,6 km), porque a través de ellas aprenden de manera práctica a ajustar su ritmo inicial (34, 38). De forma parecida, aquellos clientes que no tengan la oportunidad de practicar un patrón de trabajo de pies para una prueba de agilidad pueden no obtener una puntuación correcta. Así, permitir al cliente que practique el patrón de movimiento durante un tiempo proporcionará una mejor indicación de la agilidad de esta persona (34). Algunos expertos, sin embargo, argumentan que practicar antes el patrón de movimiento hace que las probabilidades de que una prueba mida realmente la agilidad disminuyen porque, de ese modo, la prueba ya no exige ningún componente de tipo cognitivo o de reacción (45).

De forma parecida, una prueba de sentadilla de 1RM puede ser apropiada para un individuo en buena condición física y que tenga experiencia previa con el patrón de movimiento de este ejercicio. Sin embargo, para alguien que no tenga experiencia previa, la falta de habilidades motoras y la intensidad requerida para la ejecución del ejercicio puede crear un alto riesgo de lesión, lo que resulta inaceptable (3, 15, 27, 30). Cuanto mayor sea la carga, más estrés sufren las articulaciones, los músculos, los huesos y el tejido conectivo (3, 4, 47). Por lo tanto, para mejorar la seguridad y la fiabilidad, podría ser necesario modificar la prueba de forma que la fuerza máxima se calcule mediante una carga submáxima, como por ejemplo 10RM (30). Además, podrían ser necesarias una o más sesiones de práctica del ejercicio concreto con una carga más ligera para aprender la técnica de ejecución correcta. En el caso de una persona no entrenada, las adaptaciones relacionadas con la coordinación del sistema neuromuscular pueden justificar, en su mayoría, el aumen to de fuerza que se produce al inicio de un programa de entrenamiento de fuerza (3, 15, 33). Pese a ello, puede ser prudente dejar un período de tiempo para que el individuo se familiarice con las nuevas habilidades que exige el movimiento y para protegerlo de lesiones. La duración del período de familiarización variará según el cliente y la intensidad relativa requerida por la prueba de fuerza seleccionada. Además, algunas pruebas de resistencia muscular pueden incluir resistencias tan pesadas que permitan solo un número limitado de repeticiones a los clientes no entrenados. Por ejemplo, aquellos clientes cuyos músculos del tren superior sean débiles o más pequeños (clientes más jóvenes o mayores, sedentarios, algunas mujeres, etc.) no serán capaces de completar demasiadas repeticiones en la prueba de las flexiones de brazos en el suelo (< 6) porque su peso corporal es, simplemente, demasiado alto (incluso si realizan el ejercicio en la posición modificada descrita anteriormente). Para este tipo de clientes, esta prueba podría usarse para evaluar la fuerza muscular, y podría utilizarse una prueba distinta para evaluar la resistencia muscular del tren superior, como la prueba de press de banca de la YMCA (que será más precisa si el cliente tiene experiencia levantando pesas).

Factores relacionados con el entrenador personal
El nivel de experiencia y de formación del entrenador personal afecta a la selección de las pruebas. Para mantener la objetividad y reducir el error intraobservador, aquellos protocolos de las pruebas que requieren una capacidad técnica muy buena deben ajustarse a las capacidades del entrenador personal. Por ejemplo, un error de predicción teórico de ± 3,5% o menos de grasa corporal se considera aceptable en varias ecuaciones y combinaciones de mediciones de los pliegues cutáneos para determinar la composición corporal (23), pero el error del evaluador puede constituir entre el 3% y el 9% de la variabilidad entre evaluadores (fiabilidad interobservador) (23). Los errores pueden verse agravados por fallos a la hora de seguir un protocolo, por una identificación inexacta de los puntos de medición, por una calibración incorrecta del equipo y por la elección de las ecuaciones de predicción (23). La dificultad relativa de una prueba y el tipo de medición requerida pueden afectar a los resultados. No es razonable esperar que un entrenador personal sin práctica sea capaz de revisar todo el protocolo de una prueba, adminístrala a un cliente y obtener buenos resultados. Algunas pruebas requieren bastante más capacidad y práctica que otras. Por ejemplo, en las pruebas cronometradas de 1,6 km (la prueba de andar de Rockport o la carrera de 1 milla) se necesitan relativamente pocas habilidades por parte del entrenador personal para manejar el cronómetro y controlar la frecuencia cardíaca. Pero, por otro lado, las habilidades que se necesitan para obtener resultados fiables en una prueba no computarizada en cicloergómetro son mucho más complejas (por ejemplo, controlar y ajustar la carga de trabajo y la cadencia de pedaleo en el ergómetro, registrar la frecuencia cardíaca cada minuto de la prueba, etc.).

Factores relacionados con el equipo
Todas las máquinas o aparatos utilizados para medir el trabajo, el rendimiento o la respuesta fisiológica requieren una calibración (es decir, un ajuste del aparato para asegurar su precisión) para poder medir con exactitud la característica concreta que se está evaluando. Mediante la calibración se comprueba la precisión de un aparato de medición para que este proporcione una lectura exacta. La fiabilidad, la validez y la objetividad de una evaluación se ven directamente afectadas por la precisión de la herramienta de medición. Son varios los aparatos y máquinas utilizados en el proceso de evaluación que habitualmente requieren calibración: la cinta de correr, la máquina de step o escalones y el cicloergómetro (en lo que a ergómetros se refiere), los esfigmomanómetros (para medir la presión arterial), los plicómetros (para medir pliegues cutáneos) y otros aparatos que miden la composición corporal, los metrónomos y otros aparatos electrónicos utilizados para medir el tiempo, la distancia y la potencia. Para garantizar la precisión del equipo es importante establecer un calendario para comprobar y calibrar los aparatos y las máquinas según las especificaciones del fabricante y basándose en las recomendaciones de la garantía (25, 37, 51).

Factores relacionados con el ambiente
Los elementos climáticos y la ubicación geográfica plantean algunos problemas potenciales que pueden influir en el rendimiento y la seguridad de los clientes. Es por ello que, a la hora de seleccionar y administrar pruebas, es necesario realizar una planificación ambiental y garantizar un control de calidad en lo que respecta al tiempo atmosférico, la altitud, la contaminación del aire y la ubicación geográfica de las instalaciones.
Temperatura y humedad El clima plantea desafíos y problemas relacionados con las respuestas fisiológicas que pueden afectar a la administración y a la ejecución de las pruebas. A la hora de seleccionar una evaluación es necesario tener en cuenta la exposición del cliente al calor, a la humedad y al frío. La combinación de una temperatura alta y una humedad elevada impide que el sistema termorregulador del cuerpo disipe el calor, lo cual dificulta el rendimiento de resistencia, supone un riesgo para la salud del cliente y afecta a los resultados de las pruebas. Los entrenadores personales deberían conocer el umbral de la combinación de temperatura y humedad elevadas sobrepasado el cual la realización de un ejercicio continuado puede hacer que aumente el riesgo de lesión por calor y puede afectar al rendimiento (1, 10). Por ejemplo, el riesgo de sufrir un golpe de calor por esfuerzo empieza a aumentar cuando la temperatura es de entre 18,4 y 22,2 °C, y la humedad de entre el 65,1 y el 72% (1, 10). Las zonas geográficas que experimentan altas temperaturas y una humedad elevada pueden no ser adecuadas para la ejecución de aquellas pruebas que evalúan la resistencia aeróbica al aire libre, porque tales condiciones ambientales pueden afectar al rendimiento. Además, en caso de evaluar al cliente en una zona en la que se den fluctuaciones estacionales de la temperatura, puede ser necesario un período de aclimatación en aquellas épocas

en que haya una mayor temperatura (y humedad) (49).
Aunque la exposición a temperaturas muy bajas, de menos de − 4 °C, puede no tener un impacto significativo en el rendimiento y en la salud de personas jóvenes y aparentemente sanas, las personas mayores y aquellas que padezcan algún trastorno cardiovascular o circulatorio, o que tengan algún problema de tipo respiratorio, quizá deberían actuar con precaución. La exposición al frío puede estimular el sistema nervioso simpático, lo cual puede afectar a la resistencia periférica total, a la presión arterial, a la contracción del miocardio y al trabajo del corazón (40, 54). Hay que tener especial cuidado con la ejecución al aire libre de ejercicios que requieran un esfuerzo significativo de las extremidades superiores. Los clientes que padezcan alguna enfermedad respiratoria, especialmente asma, también pueden ser más propensos a tener problemas cuando se exponen a bajas temperaturas, porque el aire frío puede desencadenar espasmos bronquiales (48, 51).
Altitud La altitud también puede perjudicar al rendimiento en las pruebas que miden la resistencia aeróbica. Cuando este tipo de pruebas tiene lugar en altitudes superiores a 550-600 m pueden dejar de tener correlación con los datos normativos sobre el rendimiento (17). Además, aquellos individuos que no estén aclimatados al cambio de altitud pueden necesitar un período de adaptación de entre 9 y 12 días antes de que se les pueda administrar una prueba para evaluar la resistencia aeróbica (51).
Contaminación del aire Otro aspecto ambiental que hay que tener en cuenta es el índice de calidad del aire (ICA). Se trata de una medida de la calidad del aire (en lo que se refiere a sustancias contaminantes) de la que habitualmente se informa en los pronósticos meteorológicos locales. La contaminación puede tener un efecto negativo en el rendimiento y en la salud porque disminuye la resistencia de las vías respiratorias y altera la percepción del esfuerzo en la realización de una tarea determinada (16, 40). Los entrenadores personales deberían saber cuáles son los grupos sensibles a determinados niveles del ICA (40). En la figura 10.1 se amplía la información respecto al ICA y a los problemas de salud que puede conllevar.
Instalaciones Los problemas asociados con la salud y el control del ambiente son factores importantes en relación con la validez y la fiabilidad de la evaluación. Para reducir al mínimo las distracciones externas y la posible ansiedad relacionada con el proceso de evaluación, la zona en donde se van a llevar a cabo las pruebas debería ser tranquila y privada. Además, el entrenador personal debería proyectar una actitud positiva, relajada y confiada, y explicar el proceso con claridad y sin prisas. La sala en donde se realizan las pruebas debería estar bien equipada, con un mobiliario cómodo y máquinas y aparatos para las pruebas estandarizados y calibrados. La temperatura debería ser de entre 20 y 22 °C, la humedad de un 60% o menos y la circulación de aire debería permitir entre seis y ocho intercambios de aire por hora (51). Las instalaciones deben ser inspeccionadas por si hubiera deficiencias, y los procedimientos de seguridad deben estar a la vista y explicados con claridad. El equipo para emergencias debe estar en buenas condiciones y disponible inmediatamente en caso de que se produzca un incidente que requiera una respuesta de emergencia (8, 43, 51). Se remite al lector al capítulo 24, donde se detallan las características de las instalaciones recomendadas.

Administración y organización de las evaluaciones

Para garantizar unos resultados seguros y sólidos a nivel psicométrico, la administración de las evaluaciones exige una preparación y una organización complejas. Al organizar y administrar una evaluación, se debe prestar mucha atención a los detalles de la preparación y a aquellos factores que repercutirán en la obtención de resultados seguros, precisos y significativos.

■ Preparación de las pruebas

Conseguir unos resultados apropiados y útiles en una prueba depende de la capacidad del entrenador personal a la hora de preparar a los clientes, a quienes debería explicar con claridad el contenido de la prueba, las necesidades previas a su ejecución y las expectativas del proceso de evaluación. Como parte de la preparación para evaluar el nivel de condición física de un cliente, el entrenador personal debe llevar a cabo un procedimiento de evaluación de su estado de salud previo, revisar los aspectos relacionados con su seguridad, seleccionar las pruebas adecuadas, escoger el lugar o las instalaciones donde estas se van a realizar, verificar la precisión del equipo que se va utilizar y hacerse responsable del registro de los datos obtenidos. Se remite al lector a la página 199, donde puede consultar la «Lista de verificación para la preparación e implementación de una prueba».

Evaluación del estado de salud previo a la participación y revisión de los aspectos relacionados con la seguridad

La implementación de un procedimiento de evaluación de la condición física debería producirse solo tras la realización de una evaluación minuciosa del estado de salud del cliente previo a la actividad, que debe incluir una entrevista inicial, el uso de un instrumento para la evaluación de la salud, la cumplimentación de los formularios apropiados y, cuando sea necesario, las recomendaciones de un médico respecto a las contraindicaciones médicas (ver capítulo 9). Aunque se han documentado riesgos asociados a las pruebas de esfuerzo, los estudios indican que la posibilidad de que se produzcan complicaciones es relativamente baja (un 0,06%, es decir, 6 de cada 10 000 casos) (51).

Verificación de la idoneidad de las evaluaciones seleccionadas
Para poder seleccionar evaluaciones válidas, fiables y seguras, que proporcionen resultados significativos, es necesario conocer los objetivos y el estado de salud del cliente, el nivel de experiencia del propio entrenador personal y las características de cada una de las pruebas asociadas a la evaluación.

Selección de las instalaciones y verificación de la precisión del equipo
La facilidad de administración, la relación coste-eficacia, el tipo de instalaciones y la disponibilidad del equipo influyen en la selección y en la implementación del proceso de evaluación. Aunque existen dos tipos de pruebas que pueden administrarse para obtener resultados útiles, como son las pruebas de laboratorio y las pruebas de campo, en casi todas las situaciones se administran en condiciones distintas. En su gran mayoría, las pruebas de laboratorio se realizan en clínicas, con un equipo de diagnóstico especializado y con el objetivo de evaluar la capacidad funcional máxima de un individuo. Dos ejemplos de pruebas de laboratorio pueden ser la estimación del consumo de oxígeno mediante la utilización de un carro metabólico o la medición de la composición corporal mediante la pesada hidrostática. La realización de este tipo de pruebas es relativamente compleja y, para reducir el número de errores en el registro de datos y cuantificar los resultados de las respuestas fisiológicas, suelen emplearse herramientas de medición directa. Debido a la capacidad diagnóstica de las pruebas de laboratorio y al elevado riesgo de que se produzcan complicaciones cardíacas, los responsables de administrarlas y de llevar a cabo un proceso de evaluación mediante este tipo de pruebas deben ser profesionales de la salud.
Las pruebas de campo son evaluaciones prácticas que resultan económicas, son fáciles de administrar, requieren menos equipo, se realizan en menos tiempo, pueden ser llevadas a cabo en distintos lugares y pueden llegar a ser más eficaces cuando se evalúa a grupos grandes. Algunas pruebas de campo serían, por ejemplo, aquellas en las que se corre o se camina, las pruebas de agilidad y las pruebas de 1RM. Las pruebas pueden ser máximas o submáximas y normalmente las administran profesionales del fitness titulados. Estas evaluaciones, que no son diagnósticas, utilizan mediciones indirectas para cuantificar y extrapolar los resultados obtenidos durante la ejecución de las pruebas. La principal preocupación en una evaluación máxima son los riesgos potenciales existentes, que son el resultado de llevar al cliente a un esfuerzo máximo sin controlarlo mediante aparatos de diagnóstico. Debido al coste del equipo de laboratorio y a la dificultad con que se administran las pruebas de laboratorio, no sería práctico ni apropiado que el entrenador personal llevase a cabo ese tipo de pruebas. Por eso, si utiliza las pruebas de campo de manera eficaz y

eficiente, puede obtener la información necesaria para evaluar el rendimiento del cliente y comparar sus resultados con los valores normativos y lo valores criteriales.
Para llevar a cabo este tipo de pruebas, es útil disponer de un equipo como el que se describe a continuación:
■ Cicloergómetro o cinta de correr.
■ Equipo para medir la composición corporal (por ejemplo, un plicómetro para los pliegues cutáneos).
■ Equipo para medir la flexibilidad (por ejemplo, un goniómetro o un cajón específico para la prueba sit and reach).
■ Equipo para medir la fuerza de la contracción muscular (por ejemplo, un dinamómetro).
■ Escala del esfuerzo percibido.
■ Cronómetro.
■ Metrónomo.
■ Esfigmomanómetro.
■ Estetoscopio.
■ Cinta métrica.
■ Balanza para medir el peso corporal.
■ Botiquín de primeros auxilios.
■ Desfibrilador externo automático (DEA) (9).

Explicación al cliente de los protocolos previos a la evaluación
La cita para la evaluación debería programarse con suficiente anterioridad, de forma que el cliente pueda prepararse mental y físicamente para esta. Además, antes de la prueba y con el objetivo de preparar al cliente para la evaluación, este debería recibir instrucciones en las que se incluyeran las indicaciones siguientes:
■ Descanso adecuado (dormir entre 6 y 8 h la noche anterior y no practicar ejercicio intenso en las 24 h previas a la prueba).
■ Ingesta dietética moderada (una comida ligera o un tentempié entre 2 y 4 h antes de la prueba).
■ Hidratación adecuada (entre seis y ocho vasos de agua el día antes de la prueba y al menos 0,5 l de agua durante las 2 h previas a la prueba).
■ Abstenerse de tomar sustancias químicas que aceleren la frecuencia cardíaca (con la excepción de medicamentos prescritos).
■ Indumentaria adecuada (ropa holgada y calzado deportivo resistente y con cordones).
■ Procedimientos y expectativas de cada prueba antes, durante y después de su ejecución.
■ Condiciones para poner fin a una prueba.

Es importante que los clientes sepan que pueden poner fin a la prueba por cualquier razón y en cualquier momento. También podría ser necesario que, por razones de seguridad, el entrenador personal tuviera que poner fin a una prueba antes de que el cliente la completase. En la tabla 10.1 se enumeran las razones para detener una prueba cuando esta se lleva a cabo sin la implicación directa de un médico o sin control electrocardiográfico. Si una prueba debe finalizarse de golpe, debería ir seguida, si es posible, de un período de enfriamiento de entre 5 y 15 min.

Preparación del sistema de recopilación de datos
Contar con un método organizado para recopilar, registrar y almacenar los datos es de vital importancia a la hora de reducir la incidencia de errores, y es fundamental para la evaluación y la interpretación de los resultados de las pruebas. Crear un método sistemático para recopilar y almacenar los datos es una de las responsabilidades profesionales que se asocian al papel del entrenador personal. Además, en el caso de que se cuestionara la actuación diligente del entrenador y se iniciara un litigio en su contra, la documentación puede proporcionar pruebas de que se ha actuado de forma razonable y prudente (37, 44).
Para que una recopilación de datos tenga un enfoque sistemático, debe incluir formularios de registro de cumplimentación manual o programas informáticos que admitan la inclusión de puntuaciones expresadas en unidades de medida concretas. Los aparatos de registro también deberían contener aquella información vital del cliente que esté relacionada con el proceso de evaluación, y dejar espacio libre para comentarios concernientes a la recopilación de datos durante el proceso. Además, el sistema de recopilación de datos debería organizarse de modo que los resultados de las pruebas pudieran ser recuperados rápida y eficazmente. Este aspecto es especialmente importante durante el proceso de reevaluación, cuando se compara la preevaluación con la posevaluación. El sistema de recopilación de datos también debería contar con un mecanismo de protección para garantizar la confidencialidad. La copia en blanco del «Formulario de registro de la evaluación individual» (utilizado en el estudio de caso 10.1) es un ejemplo de formulario de registro de la evaluación que puede ser útil al lector.

Indicaciones para poner fin a una prueba de esfuerzo
  • Aparición de síntomas de angina de pecho o similares
  • Descenso de la PAS de > 10 mm Hg respecto a la presión arterial de referencia pese al aumento de la carga de trabajo
  • Aumento excesivo de la presión arterial: PAS > 250 mm Hg o PAD > 115 mm Hg Falta de aire, respiración sibilante, calambres en las piernas o claudicación.
  • Signos de mala perfusión (por ejemplo, ataxia, mareo, palidez, cianosis, náuseas o piel fría y sudorosa).
  • Frecuencia cardíaca incapaz de aumentar a medida que se incrementa la intensidad del ejercicio
  • Cambio notorio en el ritmo cardíaco
  • Petición de parar por parte del cliente
  • Manifestaciones físicas o verbales de intensa fatiga
  • Fallo del equipo con el que se realiza la prueba

*PAD: presión arterial diastólica; PAS: presión arterial sistólica.

■ Implementación de las pruebas

Para poder organizar e implementar un proceso de evaluación, el entrenador personal debe prestar una atención minuciosa a varias tareas: identificar la secuencia de las pruebas, definir y seguir los protocolos de cada una de ellas, recopilar e interpretar los datos y programar una revisión de los resultados. Se remite al lector a la «Lista de verificación para la preparación e implementación de una prueba», en la página 199.

Determinación de la secuencia de las pruebas
Durante la organización de un procedimiento de evaluación consistente en varias pruebas es necesario que el entrenador personal identifique y determine el orden correcto de las distintas pruebas para garantizar su óptima ejecución, y que incorpore los períodos de descanso y de recuperación adecuados para conseguir resultados precisos. El orden de las pruebas se ve influido por muchos factores: el número de clientes que deben realizarlas, los componentes que van a evaluarse, las habilidades que se necesitan para ejecutarlas, la demanda a los distintos sistemas de energía, el tiempo de que se dispone y el objetivo particular de cada cliente. Pese a que en lo relativo al orden de las pruebas pueden utilizarse distintas estrategias, a continuación se muestran ejemplos de secuencias lógicas tanto para clientes cuyo objetivo es la mejora de la condición física general, como para aquellos cuyo objetivo es la mejora del rendimiento deportivo (21). Hay que tener en cuenta que en el caso de muchos clientes no es necesaria la administración de una batería de pruebas tan completa como las descritas en estas listas.
Condición física general
1. Pruebas en reposo (por ejemplo, frecuencia cardíaca en reposo, presión arterial, altura, peso y composición corporal).
2. Pruebas que no causen fatiga (por ejemplo, las de flexibilidad y equilibrio).
3. Pruebas de fuerza muscular.
4. Pruebas de resistencia muscular local (por ejemplo, press de banca de la YMCA y flexión parcial de tronco).
5. Pruebas submáximas de capacidad aeróbica (por ejemplo, prueba de escalones, prueba de andar de Rockport, prueba en cicloergómetro de Åstrand-Ryhming, carrera de 1,5 millas y marcha o carrera de 12 min).
Rendimiento deportivo

Pruebas en reposo (por ejemplo, frecuencia cardíaca en reposo, presión arterial, altura, peso y
1. composición corporal).
2. Pruebas que no causen fatiga (por ejemplo, flexibilidad y salto vertical).
3. Pruebas de agilidad (por ejemplo, el test T).
4. Pruebas de potencia y fuerza máximas (por ejemplo, cargada de potencia de 3RM y press de banca de 1RM).
5. Pruebas de esprín.
6. Pruebas de resistencia muscular local (por ejemplo, sentadillas en un minuto y flexiones de brazos en el suelo).
7. Pruebas de capacidad anaeróbica (por ejemplo, la conocida como «carrera de 300 yardas», que es una carrera de ida y vuelta de 275 m).
8. Pruebas máximas o submáximas de capacidad aeróbica (por ejemplo, prueba de esfuerzo máximo en cinta, carrera de 1,5 millas, prueba en cicloergómetro de la YMCA).
Lo más apropiado, cuando sea posible, es programar las pruebas destinadas a medir la
capacidad aeróbica máxima en un día distinto al resto de pruebas. Sin embargo, si todas las pruebas se van a llevar a cabo el mismo día, las pruebas aeróbicas máximas deberían realizarse al final, tras un período de reposo y recuperación de una hora como mínimo (21). Cabe señalar, sin embargo, que algunas organizaciones recomiendan evaluar la capacidad aeróbica antes que la condición muscular o la flexibilidad debido a la elevada frecuencia cardíaca de las pruebas realizadas previamente (51). Sin embargo, el período de recuperación recomendado, de una hora como mínimo, debería evitar este problema.

Definición y seguimiento de los protocolos de las pruebas
Los clientes que van a ser evaluados deberían recibir instrucciones precisas sobre las pruebas antes del día de la cita para la evaluación. La claridad y la simplicidad de estas instrucciones afectan directamente a la fiabilidad y a la objetividad de una prueba (5). Las instrucciones de la prueba deberían definir los protocolos de esta: el propósito de la prueba, indicaciones sobre su puesta en práctica, pautas de ejecución relacionadas con la técnica y la descalificación, puntuaciones que se pueden obtener y recomendaciones para maximizar el rendimiento. Además, el entrenador personal debería hacer una demostración de la ejecución correcta de la prueba y permitir al cliente que practique y que haga preguntas sobre el protocolo.
Es responsabilidad del entrenador personal garantizar que, en todo momento y con cada uno de los clientes, siempre que se administre una prueba se sigan los protocolos de esta. Además, cada prueba seleccionada para la preevaluación debería repetirse en la posevaluación, de manera que pueda llevarse a cabo una comparación fiable de las puntuaciones. El entrenador personal deberá determinar un período adecuado de calentamiento y enfriamiento cuando tal cosa esté justificada. También, cuando lo exija el protocolo de una prueba, deberá adquirir la costumbre de vigilar al cliente.

  1. preparar física y mentalmente al cliente,
  2. verificar la precisión del equipo,
  3. aplicar el protocolo de cada prueba concreta,
  4. garantizar la seguridad a lo largo de todo el proceso y
  5. cumplir con la responsabilidad del entrenador personal de registrar los datos.

Interpretación y revisión de resultados

Los datos recopilados a lo largo del proceso de evaluación proporcionan al entrenador personal una información de base que le servirá para explicar la situación al cliente. Así, la interpretación de esos datos de referencia depende del propósito concreto de la evaluación y de los objetivos del cliente. La manera habitual de explicar los datos a los clientes es a través de valores referidos a la norma o normativos y de valores referidos al criterio o criteriales.

■ Valores referidos a la norma

Las dos perspectivas de referencia para comparar datos son los valores referidos a la norma (normativos) y los valores referidos al criterio (criteriales). Los valores normativos se utilizan para comparar el resultado de un individuo en una prueba con el resultado de otros individuos de la misma categoría. En el capítulo 11 se pueden consultar varias tablas que muestran los valores percentiles de distintas mediciones de la condición física, y muestran el nivel obtenido en la prueba por parte de los hombres y las mujeres participantes en el estudio. En otras palabras, las puntuaciones percentiles comparan la puntuación obtenida por cada participante calificándola como
«mejor, peor o intermedia» en relación con la de los demás. En la tabla 11.14, por ejemplo, se compara la puntuación de un cliente en un protocolo de Balke modificado con la puntuación obtenida por el resto de participantes del mismo sexo. El primer clasificado y el último se encuentran en los respectivos extremos de la tabla, y el resto de participantes están divididos estadísticamente en rangos percentiles. Algunos clientes podrían confundir las puntuaciones percentiles con las
«puntuaciones porcentuales» y considerar que, como ocurre en clase, un 50% equivale a un
«suficiente». Por todo esto, el entrenador personal debería ser capaz de interpretar los resultados de las pruebas de forma que los clientes los entendiesen y explicarles que el valor de sus puntuaciones es relativo. Como muestra la tabla 11.14, una puntuación que se encuentre en el percentil 50 (es decir, que la puntuación obtenida por una persona en una prueba es mejor que la puntuación de aproximadamente la mitad de los participantes y peor que la de aproximadamente la otra mitad) significa que la puntuación de esta persona está en la media.
A muchos clientes les satisface conocer su puntuación en una prueba y saber así si se están volviendo más fuertes, más rápidos o más flexibles a medida que entrenan. Aquellos clientes cuya condición física sea muy mala o aquellos que en el pasado hayan tenido experiencias negativas con las pruebas que evalúan la condición física, podrían no tener ningún interés en conocer su puntuación, seguramente baja comparada con la de otros. Algunos clientes se sienten más motivados a la hora de establecer sus objetivos si utilizan los datos normativos y que, después, experimentan un sentimiento de éxito si «escalan en la tabla». Aunque el hecho de utilizar un enfoque normativo puede ser un incentivo en lo que respecta a la ejecución de las pruebas, no aborda el

estado de salud de un individuo en relación con los estándares de salud aconsejables.

■ Valores referidos al criterio
Los valores normativos, sin embargo, no permiten que el cliente sepa si su puntuación en una prueba alcanza un estándar de salud, que podría definirse como el peor resultado que permitiría a un individuo mantener una buena salud y reducir el riesgo de enfermedades crónicas (40). Cuando hablamos de criterio nos referimos a un valor mínimo concreto, un valor estándar que en teoría todo el mundo puede intentar alcanzar y que no se compara con los resultados obtenidos por otra persona. Los valores referidos al criterio se establecen contrastando una combinación de datos normativos con el buen criterio de los expertos de un ámbito determinado, para identificar el nivel concreto alcanzado en una prueba (34). Aquellos valores criteriales relacionados con niveles de condición física saludables pueden suponer objetivos razonables que la mayoría de personas deberían alcanzar para mejorar su salud. Por ejemplo, en la tabla 11.5 se muestran estándares de salud a través del riesgo de enfermedad de un cliente según su contorno de cintura y su IMC: si una mujer tuviera un contorno de cintura mayor de 88 cm y, al mismo tiempo, su IMC la situase en la categoría de sobrepeso, tendría un riesgo alto de padecer diabetes o enfermedad coronaria. También como ejemplo, en la tabla 11.2 podemos observar los valores referidos al criterio respecto a la presión arterial y si el cliente debe ser considerado o no hipertenso.
Desafortunadamente, no hay acuerdo sobre qué resultado exacto es el que refleja con precisión un estándar de salud (34). En Estados Unidos, por ejemplo, a los niños y niñas en edad escolar se les administran al menos cuatro baterías de pruebas criteriales relacionadas con la salud, pero en cada una de ellas el criterio que determina si los niveles alcanzados son aceptables para la salud es distinto (28, 34). Tampoco hay consenso en qué es lo que determina, en todas las áreas, los estándares de salud mínimos para los adultos (34). Por ejemplo, a pesar de los valores normativos relativos a la potencia aeróbica máxima que aparecen en la tabla 11.14, algunos datos indican que, para varones de edades comprendidas entre los 20 y los 29 años, una puntuación inferior a 38,1 ml •
kg−1 • min−1, es decir, en el percentil 20, representaría un valor criterial de estándar de salud (alrededor de 31,6 ml • kg−1 • min−1 para mujeres del mismo grupo de edad) (51). ¿Significa esto que un cliente que logre una puntuación percentil mayor de 20 o 30 en cualquier prueba de
evaluación de la condición física está sano? No necesariamente. El problema está en que aún no se
han identificado ni aceptado de forma universal los límites exactos de lo que se considera saludable en cada uno de los componentes de la condición física para todos los segmentos de la población adulta. En el caso de un cliente que esté en baja forma y cuya puntuación se sitúe en la parte o el extremo inferior de una de las columnas de una tabla normativa, este resultado puede ser desmoralizante si piensa, equivocadamente, que para estar sano debe puntuar en su parte o extremo superior.
Los datos referidos al criterio, cuando los hay, nos proporcionan una estimación razonable del nivel de condición física necesario para la salud. Cuando no contamos con este tipo datos en una prueba seleccionada para un determinado cliente, la mejor manera de utilizar las tablas normativas relativas a dicha prueba es animando a aquellos clientes cuyos objetivos están relacionados con la salud a que pongan todo su empeño en mejorar su condición física hasta que alcancen un nivel (de un componente determinado) que se sitúe en la media o por encima de esta y, una vez logrado esto,

a que mantengan ese nivel (25). Es posible que aquellos clientes que en las pruebas realizadas al inicio de un programa de entrenamiento (o tras llevar un tiempo entrenándose) alcancen niveles situados en la media o por encima de esta, ya tengan un nivel de condición física saludable. A estos clientes se les puede motivar a que mejoren su salud y su rendimiento estableciendo, con ayuda de las tablas referidas a la norma, objetivos más altos (25).

El entrenador personal debería programar una revisión de los resultados inmediatamente después del proceso de evaluación o al poco tiempo. El cliente debería recibir un resumen de los resultados de las pruebas claro y con ejemplos, así como una explicación sobre sus puntos fuertes y sobre aquellas áreas en las que hay margen para la mejora. Es importante tener en cuenta que los datos de las pruebas no son ni buenos ni malos: son el punto de partida con el que establecer las bases para el cambio positivo.

Reevaluación

Una vez que se hayan completado las evaluaciones y el entrenador personal haya revisado los resultados con el cliente, llega el momento de diseñar y poner en práctica el programa de entrenamiento según los objetivos del cliente. La evaluación inicial, la evaluación intermedia (que supone la repetición de alguna de las pruebas iniciales o de todas ellas), el registro de anécdotas y el diario de ejercicio, que documenta el progreso del cliente, forman parte de la evaluación formativa del cliente y ofrecen oportunidades frecuentes para informar y orientarle. En este punto se establece el plazo de tiempo previsto para alcanzar los objetivos y se pone fecha a la posevaluación, que podría ser al cabo de ocho o más semanas desde el inicio del programa. Según los objetivos, el tiempo necesario para cumplirlos podría ser mayor o menor. En cualquier caso, la evaluación sumativa debería programarse justo después de completar las pruebas llevadas a cabo en la posevaluación, para comentar con el cliente el nivel alcanzado, revisar los puntos fuertes y débiles del programa inicial, establecer nuevas metas y modificar el programa en lo que se considere oportuno. Es importante no olvidar que las evaluaciones formativas miden la progresión hacia un objetivo, y que la evaluación sumativa mide el grado de consecución de un objetivo establecido. En la mayoría de casos, independientemente del uso de valores referidos a la norma o de valores referidos al criterio, lo más conveniente es hacer que los clientes comparen sus propios resultados a lo largo del tiempo, y no que los comparen con capacidades o niveles de condición física de otras personas.

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